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Jueves, 27 de diciembre del 2018


BOLIVIA EN LAS PUERTAS DEL 2019

Por Hernán Maldonado

Poco antes del 4 de noviembre del 1964, los generales René Barrientos Ortuño y Alfredo Ovando Candia juraron lealtad al presidente Víctor Paz Estenssoro. Eran soldados de la Revolución Nacional, del “nuevo ejército del pueblo” que reemplazó al viejo ejército de la oligarquía que duró hasta 1952.

En realidad eran miembros de una institución que, más que al servicio de la patria, se había convertido en la milicia del Movimiento Nacionalista Revolucionario, el partido gobernante. Eran los capos máximos de la célula militar del oficialismo.

Con su decidido respaldo, ya que sus antiguas bases civiles en las ciudades y los centros mineros lo habían abandonado por su terquedad en reelegirse para un tercer periodo, Paz Estenssoro creyó que estaba sólidamente en la presidencia. Se desengañó ese 4 de noviembre, cuando debió huir.

Y es que Paz Estenssoro desoyó los mejores consejos hasta de íntimos suyos para alejarse oportunamente de lo que el mismo llamó “el maravilloso instrumento del poder”. Un político tan leído y perspicaz, no leyó que la mayoría de los bolivianos no aprobaba el continuismo. 12 años de revolución eran demasiados y así le fue.

Estos días volvemos a oir viejas tonadas como en aquellos tiempos: “Soy el comandante supremo de las FF.AA. y me deben lealtad”, este es “el nuevo ejército del pueblo”, etc. Y los nuevos jefes militares y de la policía juran sus cargos ya no con el signo movimientista de la V de la victoria en alto, sino autoproclamándose “soldados del proceso de cambio”.

Estas canciones las ha escuchado el pueblo boliviano demasiadas veces y quizás por eso el país tiene como raro “privilegio” el haber tenido más militares que civiles en la presidencia a lo largo de su Historia republicana.

Como hace 54 años, hoy Bolivia también tiene un presidente aferrado al cargo, a pesar de que alrededor del 70 por ciento de la población no quiere su reelección, no solamente porque llega la época de las vacas flacas por el deterioro de los precios de las materias primas de exportación o por la mala imagen internacional del régimen al privilegiar el movimiento cocalero.

Evo Morales y sus conmilitones, asesorados por los castrochavistas de Cuba y Venezuela, no consideran que el pueblo boliviano (como lo ha demostrado en el referendo del 21F y su colosal abstención en las elecciones judiciales), está cansado de la verborrea oficialista, de la demagogia rampante, de la colosal corrupción y del monumental despilfarro de los recursos nacionales.

Hay como una bronca subterránea por el desenfreno verbal que le hizo creer a los bolivianos que estaban a la vuelta de la esquina para recuperar el mar. Yo fui soldado raso y no me cabe en la cabeza que los militares se hayan resignado a ver otro candado en nuestra vieja aspiración y y que ahora solo se dediquen a la política militante que, por lo demás, les está prohibido por la Constitución Política del Estado. Amanecerá y veremos.

(*) Hernán Maldonado es periodista. Ex UPI, EFE, dpa, CNN, El Nuevo Herald. Por 43 años fue corresponsal de ANF de Bolivia.